Jonathan Bergmann era un tranquilo profesor de Química que impartía la lección al estilo tradicional en su instituto de toda la vida en Colorado (EEUU). La monotonía de la pizarra y del libro de texto no le impidió darse cuenta de que sus alumnos se aburrían y se ausentaban cada vez más. En 2007, él y su colega Aaron Sams empezaron a grabar las clases y a publicarlas luego en internet para que los estudiantes que faltaban al colegio pudieran verlas desde casa. El invento tuvo éxito y de ahí surgió el flipped classroom o aula invertida, un nuevo método de aprendizaje que ha puesto las clases del revés.
El flipped classroom consiste en que los alumnos ven vídeos en casa con las explicaciones grabadas por el maestro, mientras que en la escuela llevan a la práctica la teoría aprendida. Las tareas que antes hacían en casa ahora las realizan en grupos en el colegio; las lecciones que antes oían en el aula ahora las siguen desde su habitación, con la ayuda de su ordenador. La evidencia científica dice que los críos mejoran sus resultados académicos y están más motivados.
"Los estudiantes son más felices porque están más comprometidos con lo que hacen", asegura a ELMUNDO Jonathan Bergmann, que ha viajado hasta España para participar en el II Congreso Europeo de Flipped Classroom, que se celebra entre hoy y el domingo en Zaragoza.
Bergmann, que en poco tiempo se ha hecho famoso en todo el mundo con sus charlas TED, explica que hay una auténtica fiebre por esta metodología. "Es un modelo todavía minoritario, pero se está extendiendo mucho por todo EEUU y hay un significativo interés por parte de la Administración. El 40% de los directores quiere llevarlo a sus escuelas, un 28% más que el año anterior. Hay miles de profesores flipeando sus clases en colegios de todo el país".
Este padre de tres hijos que finalmente ha dejado la Química y se ha convertido en el coordinador TIC de otro colegio en Illinois defiende que el flipped classroom es "mejor" que el método tradicional porque "los estudiantes pueden aprender a su propio ritmo", porque "tienen más tiempo para interactuar con el profesor durante la clase" y porque "las clases son mucho más activas y los alumnos tienen más tiempo de profundizar en los conceptos". En otras palabras, "los alumnos pueden rebobinar y dar al botón de pausa del maestro".
Pero el sistema también tiene sus pegas. Por ejemplo, "exige mucho más a los profesores". Como los docentes tienen que grabar sus charlas, "no pueden limitarse a saber la lección, sino que deben ser unos auténticos expertos". "Para algunos profesores, esto es complicado", reconoce.
¿Cómo funcionaría esto en España?¿Se imagina a los profesores españoles haciendo horas extras para grabarse a sí mismos en vídeo? "El modelo necesita mucho más trabajo", responde Bergmann muy diplomático. "No hará más fácil la vida de los profesores, pero la mejorará. Donde esto mejor ha funcionado es en los casos en que los directores han encontrado formas creativas para dar a sus docentes el tiempo necesario para desarrollar el método".
Bergmann también reconoce que, para que el aula invertida funcione bien, "se necesitan herramientas tecnológicas más simples e integradas que permitan que el sistema se implemente con más facilidad». Eso sí, opina que «la tecnología se ha hecho cada vez más fácil de usar y hay un gran número de buenas aplicaciones que les facilitan las cosas a los profesores".
¿Y los alumnos? ¿Cómo consiguen que todos los niños vean en casa todos los vídeos sin que nadie les vigile? "Ésta es la gran pregunta. La clave es conseguir que los alumnos se sientan responsables si no ven los vídeos. A nosotros nos funciona que los estudiantes simplemente tomen notas mientras ven los vídeos y que después nos las enseñen, pero es verdad que en otros colegios esto no ha funcionado".
Y ahí es cuando el profesor se tiene que convertir en una especie de maestro de ceremonias que encandile a los alumnos y les haga sentirse protagonista de su propio proceso de aprendizaje. "¿Cuál es el valor de una clase si un alumno puede acceder a todo el contenido sin asistir al aula?", reflexiona Bergmann. "Cuando los estudiantes están en aulas invertidas bien llevadas, están más comprometidos, aprenden a un nivel superior y consiguen autogestionarse". Y entonces nadie tiene que obligarles a hacer las cosas.
Con tantas lecciones en vídeo, ¿no aumenta la carga de trabajo para casa? "Si un profesor implementa bien el modelo, los vídeos son de entre cinco y 12 minutos. Estoy escribiendo un libro sobre los deberes y he pedido a más de 2.000 estudiantes que me comparen una clase invertida con una normal. El 51% me ha dicho que el flipped classroom requiere menos trabajo; el 33%, que igual y el 15%, que más.
Fuente: @jarevalo_FP: https://twitter.com/jarevalo_FP/status/729757486698344448?s=09
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